28 de abril de 2010

el VOLCAN vasco

No hablo de política, aunque pudiera hacerlo, tampoco de economía, aunque está que tiembla. El volcán vasco es la cima de Larrun, mitad de las gentes del Bidasoa, mitad lapurtarra, que de vez en cuando se coloca un sombrero con forma de nube volcánica. Así lo encontré un día de invierno en actitud iracunda, como si acabara de despertar para lanzar al cielo sus cenizas. Pero que no teman los aviones; pueden osar pinchar la nube porque sólo tiene vapor de agua.
Bizkaia guarda en su colección de montañas otro volcan imaginario. En el siglo XVIII el historiador irlandés William Bowles viajó por Bizkaia mientras tomaba apuntes para su Introducción a la historia natural y geografía física de España y en ella escribió sus observaciones sobre el monte Serantes, elevado sobre la ría del Ibaizabal en su desembocadura. La describió de este modo:  una montaña simple de figura piramidal, que está junto a la barra arenosa de Portugalete; y por descubrirse de muy lejos, sirve de guía a los navegantes para reconocer la entrada de la Ría de Bilbao  Su estructura es de haber sido volcán.
No tenemos certeza de ningún volcan en Euskal Herria pero algunas imágenes nos los sugieren.

12 de abril de 2010

El caballo que no quería bailar

Sucedía en Luzaide, tras una noche de lluvias incesantes y nieve por las montañas. Apenas habían podido los bolantes aventurar algunos bailes entre chaparrón y aguacero, uno en la plaza bajo cubierto y no pocos en Arnegi, los más al interior de las tabernas acompañados de bizcochos, galletas y vino dulce en abundancia. Los caballos se habían quedado esta vez sin desfile, abrigados en el corral. Pero la tarde se dibujó de sol y buen calor y en el prólogo de la sesión de bailes los sacaron para hacerse la foto de familia. Eran dos, casi tanto el uno como el otro resistiéndose a la pose, oponiéndose al desfile de los danzantes y poniendo su mala cara en escena. No bailaron los caballos en Luzaide pero los bolantes se prodigaron a gusto.
Sucedía, como cada año en domingo de resurrección, en ese maravilloso rincón del Pirineo donde las montañas encajonadas siguen guardando la leyenda de Carlomagno.