31 de agosto de 2010

Viaje pirenaico





Ibon de Arremoulit

Curiosidades del destino. Debía estar todavía caminando sobre las sendas pirenaicas que llevan hasta la costa mediteránea pero me he contentado con seis días de bellos caminos de altura. Un encargo editorial me había propuesto el largo reportaje de la tavesía pirenaica por un presupuesto irrisorio. Para caminar treinta días, subir y bajar desniveles, dormir en precario, fotografiar y contar en palabras, dibujar mapas... contra reloj y en plazo.
Defendí el valor del trabajo y su precio y me quedé sin reportaje pero feliz.
Feliz por haber sabido resistir al desprecio de la calidad y las cosas bien hechas, feliz por haberme liberado de una carga severa mal pagada y feliz porque he podido ahora recorrer esos mismos caminos sin obligaciones. Me gusta mi trabajo y me gustan las montañas pero es duro trabajar en las montañas y eso debe reconocerse.
Alguien se habrá sometido a la tiranía del editor, seguro; de quien ha colocado el precio por encima de la calidad y el respeto al trabajo. Es la ley del mercado y contra eso solo se puede luchar trabajando distinto, trabajando mejor y aportando lo que otros no podrán aportar.
Mi decisión tuvo además su recompensa: he podido aceptar el atractivo proyecto sobre patrimonio industrial que me ocupa este verano. Y entretanto el Pirineo espera para ser disfrutado sin compromisos mientras regala imágenes y sensaciones.

Espejo del Pirineo. Arremoulit

Amanecer en Pombie
Camino del valle de Ossau



Respomuso
Lago  Opale
Conversaciones en Respomuso

Arriel
Arriel

18 de agosto de 2010

De fábricas y cosas viejas...

Distraído y ocupado. Así toca; contra reloj, embarcado en un proyecto sobre Patrimonio Industrial en Euskadi. En busca de imágenes que intenten contar algo de la historia de las fábricas que marcaron algún hito en nuestro país. Algunas son sólo ruinas, otras todavía mueven sus máquinas; muchas son desiertos de piedra, hormigón o madera pero aún hay aliento humano en bastantes de ellas.
La tarea no es fácil cuando el encargo dice: foto general y detalle; resumir en dos imágenes texto y contexto vuelve a ser un reto. Y como otras muchas veces lo más interesante estará en el lado marginal aunque los ojos del proyecto no lo puedan ver.  Por esta razón la oportunidad de volver a algunos de los escenarios -los que sobreviven- que me tocó visitar hace cerca de veinte años tiene toda la fuerza que un fotógrafo apasionado requiere para mirar intensamente. Presupuestos económicos al margen -de eso mejor no hablar en tiempos de crisis- se me permite revivir experiencias con una mirada aún más introspectiva que antes, más educada pero también más atrevida. El resultado deberá estar a la altura.

4 de agosto de 2010

Pastorala: vida y emociones

Por primera vez he podido asistir a una "pastoral" en Zuberoa en horario nocturno. No sé si es la primera en la historia pero me interesaba descubrir qué iba a suceder en un horario que rompe la normalidad de la tradición. Xahako Pastorala está llena de emociones, su espectáculo es dinámico y transmite constantes golpes de simpatía. Barkoxe es su escenario y me resulta muy familiar porque allí perseguí en otra ocasión al rebelde Pitxu de la maskarada.  Arrinconado entre colinas verdes y ondulados paisajes de hayas, maizales y praderas casi esconde la vida de infinidad de caseríos diseminados.
En este ambiente el sábado realizaban su desfile, el segundo de este año, más de un centenar de actores que no lo son. Vestidos de pastores, ciudadanos, soldados alemanes o de la República... sin faltar el clero ni las autoridades, las gentes de esta tierra se convierten en cantores e intérpretes teatrales. Lo mejor de las pastorales está, al menos para la mirada de un fotógrafo, detrás del escenario o delante de este, más que sobre él. Buscando siempre entre bastidores, disfrutando siempre de las coincidencias y de los dibujos de la luz disponible cada Pastoral es un ejercicio magnífico para la mirada.
En esta jornada el tránsito luminoso del día a la noche durante la representación ofreció valores añadidos a la propia plástica y luminosidad de la pastoral.
Difícil de entender, el euskera de Zuberoa tiene sin embargo su música particular llegada de las montañas y de las sincronías sonoras con el español y con el bearnés.
Zuberoa guarda esta tradición que está muy asegurada.
Aún el domingo queda otra representación, hasta el año que viene.